sábado, enero 3

LA DOCTRINA DEL PECADO

La palabra “pecado” se encuentra cientos de veces en la Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la primera mención se hace en Génesis 4:7, donde se dice que estaba al acecho a la puerta del primer asesino del mundo: Caín. La segunda referencia se encuentra en Génesis 18: 20, donde causa la destrucción violenta y terrible de Sodoma. La ultima mención se hace en Apocalipsis 18:5, donde invoca la ira total de Dios enfurecido sobre los sistemas políticos y económicos de todo el mundo.

¿Qué es esta cosa mortal y maldita odiada por Dios y tan perjudicial para el hombre?

Hace unos veinte siglos, el Ángel Gabriel se le apareció a un angustiado carpintero llamado José para tranquilizarlo acerca de la pureza de María. “y pensando el en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, por que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es, y dará a luz un hijo, y llamaras su nombre Jesús, por que el salvara a su pueblo de sus pecados” Mt. 1:20,21.

Aproximadamente treinta años después de este anuncio angelical, este bebé que ahora se había convertido en un hombre fuerte, fue presentado públicamente por Juan el Bautista de la siguiente manera:

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29).

Estos versículos nos dicen que la razón básica de la encarnación del Hijo de Dios fue tratar con esta terrible cosa llamada pecado.

1. DEFINICIÓN Y SIGNIFICADO DE PECADO

Hay dos palabras en el Nuevo Testamento griego, que tal vez definen el pecado con la mayor justeza.
a. Hamartema: “errar el blanco”, aquí el pecado puede ser visto como cualquier actitud o acción humana que no da en el blanco de la meta de la Gloria de Dios.

Pablo enfatiza fuertemente este significado en Romanos 3:23, “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios”. El uso secular de su forma verbal está ilustrado en Jueces 20:16, donde se dice que la tribu de Benjamín tenía un cuerpo de soldados zurdos que “tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban”.

b. Parabasis: “traspasar una línea prohibida”. Según esta definición, el pecado ocurre cuando el hombre pasa deliberadamente (o accidentalmente) la línea de la Ley de Dios. Los siguientes pasajes lo hacen resaltar: “Todo aquel que comete pecado infringe también la Ley; pues el pecado es infracción de la Ley” (1 Jn. 3:4).

“... de que cayó Judas por trasgresión...” (Hch. 1:25)

“... ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te haz hecho trasgresor de la Ley...” (Stg. 2:11).

Esto enfatiza el aspecto positivo del pecado.

Las siguientes son varias definiciones teológicas del pecado:
“El pecado es la falta de conformidad a la Ley de Dios, ya sea por hecho, disposición o estado” (A.H. Strong).

“El pecado es una trasgresión a la Ley Divina o una falta de conformidad a esa Ley” (Charles Hodge).
“En última instancia se puede definir el pecado como cualquier cosa en la cual la criatura no expresa el carácter Santo del Creador o es contraria a ese carácter” (James Oliver Buswell Jr.).

“El pecado es la inquieta renuencia de parte de la criatura de permanecer en la esfera y la limitación en la cual el Creador, guiado por infinita sabiduría, lo había puesto”. (I.S. Chafer).


2. EL ORIGEN DEL PECADO

a. El origen del pecado en el universo, según cinco pasajes escritúrales claves, una vez (tal vez antes de la creación de la Tierra) una criatura angelical poderosa llamada Lucifer condujo una malvada rebelión en contra de Jehová Dios en un intento alocado de destronar al Rey Legitimo el Señor Jesucristo.

Aunque esta traición fracasó, introdujo, sin embargo, en el universo un elemento malvado desconocido hasta entonces. Este principio pervertido era el pecado. Lucifer se degenero en el diablo y se convirtió, por lo tanto, en la fuente y el poder del pecado.

Los cinco pasajes escritúrales mencionados con anterioridad son:

Ezequiel 28:11-19, Isaías 14:12-15; Lucas 10:18; Juan 3:8, Apocalipsis 12:3,4.

b. El origen del pecado en el mundo.
Aun que fue un ángel que introdujo el pecado en el universo, fue el hombre que lo invitó al mundo. En el Antiguo Testamento, Moisés describe el hecho históricamente y en el Nuevo Testamento Pablo lo describe teológicamente.

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: de todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, por que el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:16,17).

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría y tomó de su fruto, y comió, dio también a su marido, el cual comió así como ella”. (Gn. 3:6).

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuantos todos pecaron” (Ro. 5:12).

“Por que así como en Adán todos mueren...” (1 Co. 15:22).

Lewis Chafer escribe:

“El hecho esencial sobre el cual nunca haremos el suficiente énfasis es el de que Satanás les propuso a nuestros primeros padres que siguieran el mismo camino por el cual él mismo se había aventurado, y en el cual proseguía, y que consistía en declararse independiente de Dios y apartarse de su voluntad y de sus planes.
La ambición, un tanto corta de vista, indudablemente cegada por un orgullo impío estuvo dispuesta a cambiar el estado y el destino que el amor, la sabiduría y el poder infinito le había dado por el feliz bienestar de una vida egoísta con su eterna experiencia agónica de muerte.

Evidentemente, a estos seres humanos no se les presentó la verdad integra. Se les dijo que serían como Elohim (Gn. 3:5). Pero eso era solamente en un sentido: en el sentido de que sus ojos serían abiertos y sabrían el bien y el mal.

Ellos como seres creados estaban disfrutando del bien; pero como seres caídos experimentarían el mal.

Ellos no iban a ganar nada, si no que lo iban a perder todo. Toda criatura, sea angélica o humana, es por creación, no solo propiedad del creador, según los derechos más vitales que pueda haber, si no que por ser creada depende completamente del Creador.

Esta relación era bendita realmente y no causaba ninguna ofensa. El oponerse Adán y Eva a Dios por medio de la desobediencia, se embarcaron en una nave peligrosa, sin brújula, sin timón o gobernalle para navegar en un mar tempestuoso y sin costas.

Tal rumbo solo podía conducirlos a un fracaso ignominioso y a los juicios finales a que serán sometidos por aquel a quien rechazaron y del cual se apartaron.

Así queda plenamente demostrada la verdad de que el pecado es solo una locura.

En último análisis no hay si no dos filosofías de la vida. El estar de acuerdo con la voluntadad de Dios es una de estas filosofías. La otra filosofía consiste en abandonar al creador y revelarse contra su autoridad y propósito.

Con respecto a esta ultima filosofía, se puede decir que probablemente no hay ningún orgullo tan despreciable como aquel que se levanta contra la autoridad del creador y que presume inventar un programa de vida y realizaciones que le sirva de sustituto al plan y al designio de Dios. Esta última filosofía es satánica y este horrible hecho no se cambia aunque toda la raza humana haya abrazado el ideal satánico.

Con la aparición de Satanás en el huerto del Edén, no se estaba agregando ningún gran volumen para la elucidación de su filosofía.

Habiendo cumplido su innoble propósito con la estrategia que solo Satanás sabe emplear – apeló a los deseos humanos, empequeñeció el pecado, atacó el carácter de Dios, al indicar que a Dios le hace falta amor y que no es digno de confianza – les propuso a Adán y Eva la semejanza con Elohim. La antigua traducción, “seréis como dioses...” es completamente incorrecta. El texto original dice: “seréis como Elohim”. En estas breves palabras se expresa perfectamente la filosofía satánica y conducen a pesar del breve momento de satisfacción para el orgullo propio, el lago de fuego. Se anuncia el mismo fin para los Ángeles y para los hombres que adopten y prosigan este camino hasta su amargo fin.

El propósito de Satanás no consistía solamente en rechazar a Dios; él tenía en sus designios un gran sistema universal, un cosmos, en el cual se proponía emplear mal los elementos que correspondían a la creación de Dios, los cuales son buenos en si mismo.

Satanás no crea nada. Ninguno de los pasos del proyecto satánico del cosmos era mas esencial que el de lograr la alianza con la humanidad. Los hechos que estaban en juego en el jardín de Edén eran los relacionados con la carrera de Satanás, que determinarían la realización de toda su empresa. El tenia que lograr la supremacía sobre el hombre, pues de lo contrario hubiera fallado completamente... muy poca fue la comprensión que tuvieron Adán y Eva de que mientras lograban la independencia de Dios, llegaban a ser esclavos de Satanás”. (Teología sistemática, tomo 1, publicaciones españolas, pp 674-676).

Berkhof sugiere lo siguiente sobre el tema:
“La caída del hombre fue ocasionada por la tentación de la serpiente que sembró en la mente del hombre las semillas de la desconfianza y de la incredulidad.

Aunque fue indudablemente, la intención del tentador hacer caer a Adán como cabeza del pacto, sin embargo, se dirigió a Eva, probablemente por que (a) ella no era la cabeza del pacto y por tanto no tendría el mismo sentido de responsabilidad, (b) ella no había recibido el mandato de Dios directamente, sino, en forma indirecta, y consecuentemente, sería más susceptible al argumento, y a la duda; y (c)con seguridad demostraría ser el agente más efectivo para llegar hasta el corazón de Eva.

El procedimiento seguido por el tentador es perfectamente claro. En primer lugar siembra la semilla de la duda, poniendo a discusión la buena intención de Dios y sugiriendo que su mandato había sido efectivamente, un atropello a la libertad y a los derechos del hombre.

Cuando se da cuenta, mediante la disposición de Eva, de que la semilla ya tenía raíz, añade las semillas de la incredulidad y del orgullo negando que la trasgresión tuviera que resultar en muerte e intimando claramente que el mandato había sido inspirado con el propósito egoísta de conservar al hombre en sujeción, y afirma el tentador que comiendo del árbol, se volverá como Dios.

Las grandes esperanzas engendradas así, indujeron a Eva a mirar insistentemente al árbol, y mientras más lo veía, mejor parecía el fruto. Por ultimo el deseo le alzo la mano, y comió y le dio a su marido, y también el comió.

3. LA NATURALEZA DEL PECADO

a. El pecado no es eterno: en el siglo III, un filósofo persa llamado Manes desarrolló una escuela de pensamiento llamada maniqueísmo. Esta enseñaba esencialmente que hay dos principios eternos e impersonales que existen juntos en el universo. Uno es el principio del bien, y el otro es el principio del mal.

b. El pecado no es la mera ausencia del bien. Algunos enseñan que así como la oscuridad es la mera ausencia de luz, el pecado es sencillamente la ausencia del bien. Esto no tiene apoyo escritural, por que el pecado es tan real y positivo en el alma del hombre como el cáncer y la lepra lo son en su cuerpo físico.

c. El pecado no es la mera debilidad o flaqueza de la carne humana. Este punto de vista falso consideraría al pecado como meras debilidades de la carne, como el hambre, la sed y el cansancio.

d. El pecado no tiene normas propias. El pecado debe derivar sus medidas de lo que es positivo y bueno. Se puede dar el bien sin el mal (lo cual fue históricamente cierto). Pero el mal no puede existir sin el bien. Por su misma naturaleza, el pecado (y el mal) deben combatir y pervertir algo contrario a ellos. Cada pecado, en realidad, es una perversión de algún principio bueno.

e. El pecado y el mal no pueden realmente manifestarse como tales, si no que deben (en cierta medida) disfrazarse de bien. Por ejemplo, la razón dada por Hitler para la matanza sistemática de innumerables judíos y europeos orientales era “da protección y el bien” de su propio pueblo: Alemania. Un rebelde se siente con libertad de violar y quemar para “despertar la conciencia” de una sociedad indiferente a la crisis de su propio grupo minoritario.

Un secuestrador amenaza y aterroriza a un avión lleno de pasajeros para “corregir” el daño que cierto gobierno pudo haber hecho al detener prisioneros políticos “inocentes”. Es así, que, aun en un mundo maldito por el pecado, el mal no se atreve exponerse directamente como el lobo depravado y vil que realmente es, si no que se ve forzado a asumir de algún modo la apariencia de un cordero.

f. El pecado no solo debe disfrazarse del bien, si no que también debe conectarse con el bien. En si mismo no tiene poder unificador. En este sentido puede compararse con un virus, y el bien con una célula sana.

Se están llevando a cabo muchas investigaciones acerca de la naturaleza y la composición del virus. Algunos creen que es un puente entre lo viviente y lo no viviente.

Un virus contiene ADN (Ácido desoxirribonucleico), ese código genético necesario a todo organismo viviente, pero no contiene moléculas de azúcar ni de grasa, ni contiene nucleótidos ni aminoácidos. Puede hacerse el muerto como un cristal durante mucho tiempo. Al revivir, se desprende de la célula viviente como un mosquito, insertando un conducto tubular e inyectando sus propios genes de ADN. Estos genes se apoderan de la función total de la célula, recogiendo nucleótidos libres y produciendo copias del virus original. El virus hasta secreta una encima que descompone el ADN de las células existentes y la usa para si mismo. Cuando se juntan varios cientos de virus reproducidos, la célula queda agotada.

Entonces el virus original (que está fuera de la pared celular) secreta un encima final que disuelve la pared de la célula. Un ejército de partículas del virus sale en búsqueda de nuevas células para invadirlas, dejando atrás la cáscara seca de lo que una hora antes había sido una célula viva y sana. La operación es sencilla, cruel y eficaz. Por lo tanto (como ya hemos dicho), el pecado debe disfrazarse de bien y conectarse con el. Pero no sucede así con el bien, que no tiene ninguna conexión con el mal y no tiene ninguna conexión con el mal y no puede disfrazarse si no que debe manifestarse por su verdadera naturaleza.

g. Un espacio del mal que generalmente no se considera es que con frecuencia debe luchar consigo mismo. Por ejemplo, un avaro no se lleva bien con un derrochador. Un estoico orgulloso siente desden por un glotón. Un heterosexual promiscuo siente asco por las perversiones sexuales de un (afeminado) homosexual.

Pero no es así con el bien, donde todos los elementos y atributos se complementan y no se contradicen.

El amor, la gracia, la verdad, la sabiduría y la justicia son todos amigos íntimos. Por lo tanto, el bien tiene un solo enemigo, el mal. Pero todo mal tiene dos enemigos: el bien y otro mal conflictivo. Ejemplo clásico de esto se vio durante la Segunda Guerra Mundial, donde los hombres más malvados del mundo se odiaban con una pasión insólita. Estos dos enemigos implacables eran Adolfo Hitler y José Stalin.

h. aunque hasta el momento hemos usado el pecado y el mal intercambiablemente, a veces hay que diferenciar entre los dos términos. Por ejemplo, el pecado no es siempre exactamente lo mismo que el mal.

Con frecuencia nos referimos a ciclones, inundaciones, fuegos, terremotos, y acontecimientos similares como males, y bien pueden serlo. Pero no se les puede llamar pecado. Hemos de entender esto, ya que muchos cristianos se han turbado y confundido por las palabras de Dios en Isaías 45:7, donde leemos: “Que formo la luz y creó las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto”.

Aquí se utiliza la palabra hebrea ra, que también puede traducirse por “calamidad”. Así es que aunque leamos que Dios puede crear un mal, las Escrituras nos aseguran que no crea el pecado (2 Co. 5:21; Tito.1:2; He.4:15; 6:18; Stg.1:13; 1 P. 2:22; 1 Jn. 3:5).

4. LA UNIVERSALIDAD DEL PECADO
Las siguientes fuentes dan testimonio del hecho indiscutible de que todos los hombres son pecadores.

a. Testimonio de la historia.
Se ha calculado que unos cuarenta mil millones de seres humanos han vivido (o están viviendo) sobre la Tierra desde Adán. Es razonable sugerir que tal vez un tercio de éstas cuarenta mil millones de personas perdió la vida por obra de otro ser humano, cientos de millones de criaturas vivientes de carne y sangre han sido apuñaladas, apedreadas, ahorcadas, baleadas, asfixiadas, bombardeadas, quemadas, enterradas vivas, colgadas y ahogadas por otras criaturas vivientes de carne y sangre.

b. El Testimonio de la conciencia.
¡Cuantas veces el medidor de pecado interno del hombre lo ha llevado a la desesperación y hasta el suicidio por sus acciones pecaminosas¡ este garrote que es la conciencia golpea a todos los hombres sin tener en cuenta su inteligencia, fuerza, linaje o poder económico! Aunque se puede mancillar la conciencia, no se la puede negar.

c. El testimonio de las religiones.
Luis Berkhof escribe lo siguiente: “la historia de las religiones y de la filosofía dan testimonio de ello. La historia de las religiones testifica la universalidad del pecado”. La pregunta de Job: “¿Cómo se justificará el hombre con Dios?”. Es una pregunta hecha no únicamente en el reino de la revelación especial, si no también fuera de ella, en el mundo gentil. Las religiones de los gentiles dan testimonio de un conocimiento universal del pecado y de la necesidad de reconciliación con un ser supremo. Hay un sentimiento general de que los dioses están ofendidos y que debemos propiciarles de alguna manera.
Hay una voz universal de la conciencia que testifica respecto al hecho de que el hombre fracasó en alcanzar el ideal y está condenado ante la vista de algún poder superior.

Los altares bañados con sangre de los sacrificios, y con frecuencia de sacrificios de niños muy queridos, las repetidas confesiones del agravio que se hizo y las oraciones para verse libres del mal, apuntan en conjunto al conocimiento del pecado.

A donde quiera que vayan nuestros misioneros encuentran esta clase de testimonios. La historia de la filosofía indica los mismos hechos. Los primitivos filósofos griegos ya se encontraban luchando con el problema del mal moral y desde aquella época suya, ningún filosofo de renombre ha sido capaz de ignóralo. Todos se sintieron constreñidos a admitir la universalidad del pecado y eso a pesar del hecho que eran capaces de explicar el fenómeno. Cierto es que en el siglo XVIII hubo un optimismo superficial que soñó con la bondad inherente del hombre; pero en su necedad hizo caso omiso de los hechos y fue rechazado severamente por Kant.

Muchos teólogos anchos se vieron inducidos a crear y a predicar esta bondad inherente del hombre como evangelio de verdad; pero actualmente muchos de ellos lo reconocen como uno de los más perniciosos errores del pasado. Con toda seguridad los hechos de la vida no garantizaban semejante optimismo.

d. El testimonio de las Escrituras.
1. Declaraciones generales acerca de la maldad del hombre “... por que no hay hombre que no peque...” 1 R. 8:46).

“¿Quién podrá decir: yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?” (Pr. 20:9).

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9).

“ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecl. 7:20)

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevan como viento” (Isaías 64:6).

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios” (Ro. 3:23).

“Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado” (Ga. 3:22).

“Por que todos ofendemos muchas veces “(Stg. 3:2).
“Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no esta en nosotros (1 Jn. 1:8).

“Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su Palabra no está en nosotros” (1 Jn. 1:10).

2. Declaraciones personales acerca de la maldad del hombre. En por lo menos ocho (8) ocasiones diferentes en la Escritura, una persona se ve forzada a pronunciar esas dos palabras trágicas, pero verdaderas: “he pecado”.

a. Faraón (Ex. 9:27; 10:16)
b. Balaam (Num. 22:34)
c. Acan (Jos. 7:20; 26:21)
d. Saul (1S.12:13; 24:10)
e. David (2 S. 40:3,4;42:6)
f. Job (7:20; 27:6;)
g. El hijo prodigo(Lc.15:21)
h. Judas (Mt.27:4).

Aquí se ve una tragedia doble, por que de estas ocho confesiones, pareciera que solo tres realmente fueron sinceras y resultaron en el perdón de un Dios misericordioso.

e. El testimonio de nuestros hijos
Hay que enseñarles el bien a los hijos. El mal ya lo conocen. El compartir no es natural, el egoísmo si lo es.

5. LA EXTREMA MALDAD DEL PECADO
Hay dos áreas insondables que hasta el creyente mas espiritual apenas puede penetrar. Una es la altura suprema de la santidad del creador. La otra es la temible profundidad de la maldad de la criatura. Las Escrituras nos ofrecen tres pruebas e ilustraciones principales de la extrema maldad del pecado.

a. La prueba angelical.
Considere un artesano bondadoso de mucha experiencia que crea una figura magnifica de nada, una vez creada, le da vida a la figura, la cubre con piedras preciosas y le provee un hermoso sistema musical.

El artesano entonces pone a su ser recientemente creado sobre todo el universo para gobernar (bajo autoridad del artesano) y disfrutarlo. Millones de otros seres creados buscan su liderazgo. Su única responsabilidad es la de servir a su sabio y maravilloso creador.

Pero un oscuro día, sin motivo alguno, este ser privilegiado que había recibido tanto del artesano, se vuelve furioso con su benevolente benefactor y dirige una malvada rebelión para sacarlo del mismo universo que originalmente creó.

¡Que ingratitud tan despreciable y pervertida sería esa¡ sin embargo, tal fue el caso cuando lucifer se revelo contra su poderoso creador Jehová Dios.

Ninguna criatura angelical ni humana, podrá jamás entender la profundidad y la vileza de este pecado a la luz de su trasfondo. (Is. 14:12-15; Ez. 28:11-19).

b. La prueba humana.
L.S. Chafer escribe: <>.

c. La prueba divina
<>.

6. LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO
a. En Lucifer. Como líder fue el primer pecador, naturalmente experimentó los primeros terribles resultados del pecado.

1. Consecuencias inmediatas: Lucifer perdió su envidiable posición como querubín ungido del cielo (Ez. 28:14) y se convirtió en el dragón depravado de la tierra (Ap. 12:7).
2. Consecuencias futuras: un día el diablo será arrojado para siempre en el lago de fuego, lugar que Dios mismo preparó para el primer pecador del universo (Mt. 25:41; Ap. 20:10).

b. En el hombre: cuando Adán le abrió la puerta al pecado, dos criminales viciosos también entraron, e inmediatamente comenzaron a atormentar a la raza humana. Estos dos terribles bandidos son la muerte física y la muerte espiritual. En la Escritura, el significado teológico de la muerte es <>.

1. La muerte física: Dios creó a Adán con la posibilidad de vivir para siempre (Gn.2:9), pero Adán pecó (Gn. 3:19) y por lo tanto tuvo que experimentar más tarde la muerte física, es decir, la separación de su cuerpo y alma (Gn. 5:5; Sal. 90:10; Jn. 18:30).

2. La muerte espiritual: como consecuencia del pecado, todas las personas no salvas, algún día estarán eternamente separadas de Dios en el lago de fuego. Esta es la segunda muerte (Mt. 7:23; 25:41; Ap. 2:17; 20:6; 14; 21:8). Además se debe decir que, aunque la segunda muerte mencionada arriba todavía está en el futuro para el pecador, la Escritura enseña que ahora mismo Dios considera que todas las personas no salvas están muertas en sus delitos y pecados y están separadas de su comunión (Ef. 2:1-12). Tanto la muerte física como la muerte espiritual parecen estar en la mente de Dios cuando le advierte a Adán acerca de las consecuencias del pecado. El Hebreo de Génesis 2:17, se puede traducir: <>.

En resumen se puede decir entonces que el pecado:

a. Entorpece los oídos del hombre (Hch. 28:27).
b. Obscurece sus ojos (Ef.4:19)
c. Desvía sus pies (Isaías 53:6)
d. Corrompe su lengua (Ro. 3:13,14
e. Engaña a su corazón (Jer. 17:9)
f. Devora su intelecto (1Co.2:14)
g. Condena su alma (Ez. 18:4)

c. En la naturaleza: Después del pecado, el paraíso se convirtió en un desierto. Las rosas tenían espinas, y el dócil tigre repentinamente se convirtió en un carnívoro hambriento. Esto seguiría siendo así hasta que se levante la maldición durante el milenio.

En el Nuevo Testamento Pablo escribe acerca de las consecuencias del pecado en la naturaleza: <> (Ro. 8:19-22).

d. En los santos Ángeles: El pecado del hombre aparentemente se convirtió en una lección para los Ángeles cuando su creador les permitió participar en la tarea bendita de redimir a la humanidad. Los siguientes pasajes parecen apoyar esto: <<... pues hemos llegado a ser espectáculo... a los Ángeles>> (1 Co.4:9).

<<... te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo y de sus Ángeles escogidos...>> (1 Tim. 5:21).

<<... (La Ley) fue ordenada por medio de los Ángeles>> (Ga. 3:19).

<> (1P.1:12).

<<¿No son todos (los ángeles) espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?>> (He.1:14).

e. En Dios mismo: ¿Qué afecto tuvo el pecado del hombre en Dios? Significó que ya no podía descansar cuando lo había hecho cuando la creación fue completada (Gn.2:2) significó que empezaba su segunda (y más grande) obra, la de redención.

Hasta hoy Dios sigue obrando en los asuntos de la redención. <> (Jn 5.17).

<> (Jn. 9.4).

<<>> (Filipenses 1.6).

7. LA IMPUTACIÓN DEL PECADO
¿Estaban los efectos de la caída de Adán limitados a el mismo o de algún modo siguen haciéndose sentir en la vida de los hombres del siglo actual?...

A. La posición liberal. La historia completa no es más que una leyenda hebrea.

B. La posición pelagiana: Pelagio fue un monje británico que enseñó que el pecado de Adán solo lo afectó a él mismo, por que Dios solo le imputa a los hombres los pecados que cometen personal y concientemente. Pelagio dijo que el único efecto del pecado de Adán en la posteridad era el del mal.

Ejemplo: la doctrina del pelagianismo fue condenada por el concilio de Cartago en el 418 d.C.

C. La posición arminiana. Armiño (1.560 – 1.609) fue un profesor que vivió y enseñó en Holanda. Esta teoría enseña que aunque el pecado de Adán debilitó decididamente la voluntad de su posteridad para permanecer sin pecado, no destruyó esa posibilidad.

D. La posición agustiniana. Agustín fue uno de los más grandes de la iglesia primitiva.

Enseñó que debido a la unidad de la raza humana con Adán, su pecado se le imputa a su posteridad.

En consecuencia la naturaleza corrupta engendra naturaleza corrupta. Este punto de vista final representa la única posición que está ampliamente apoyada por las Escrituras.

<> (Ro. 5.13).

<> (Ro. 5.18).

Conviene leer aquí los resúmenes ofrecidos por dos teólogos de renombre.

<
Aquel pecado trajo con él una mancha permanente, mancha que debido a la solidaridad de la raza humana tenía que afectar no solamente a Adán si no a toda su descendencia también como un resultado de la caída, el padre de la raza humana únicamente podría transmitir a su descendencia una naturaleza humana depravada. De aquella fuente sucia fluye el pecado como una corriente impura que alcanza a todas las generaciones de los hombres, manchando a cada uno y a todo lo que cae en contacto con ella. Este estado de cosas es el que precisamente hace que la pregunta de Job siempre sea pertinente, “¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie (Job 14.4). Pero esto no es todo, Adán pecó no solamente como padre de la raza humana, si no también como la cabeza representativa de todos sus descendientes; y por tanto, la culpa de su pecado también los alcanza, de manera que todos se merecen el castigo de la muerte. Este es el sentido fundamental en que el pecado de Adán es el pecado de todos; eso es lo que Pablo nos enseña en Romanos 5:12; “por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

Las últimas palabras pueden significar únicamente que todos pecaron en Adán y que pecaron en tal forma que se convirtieron todos en merecedores del castigo de la muerte.

Aquí no se considera el pecado únicamente como mancha, si no también como culpa que trae consigo el castigo.

Dios considera que todos los hombres son pecadores culpables en Adán, precisamente del mismo modo que juzga que todos los creyentes son justos en Jesucristo.

Esto mismo significa las palabras de Pablo en donde dice: “así que como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera, por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Por que así como por la desobediencia de un hombre los muchos serán constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Ro. 5:18,19)

De hecho el principio representativo corre a través de toda la gama de la vida humana. La acción representativa es un hecho sociológico en todas partes y se reconoce en todos los sistemas legales ordenados.

Por ejemplo, se puede decir que yo firmé la declaración de la independencia el 4 de Julio de 1776, yo no estuve ahí, pero mis representantes sirvieron de representantes y estoy involucrado en las consecuencias de su acción.

Además declaré la guerra y entré a participar en la segunda guerra mundial con toda la nación el 7 de diciembre de 1941. No estuve presente cuando se tomó la medida, solo estuve escuchando por radio. Podría haber sido un niño todavía por nacer, sin embargo, mis representantes actuaron por mí, y al representarme, se convirtió en mi acción, y estoy involucrado en todas consecuencias de esa acción.
De igual modo, me convertí en un malvado y culpable pecador en el huerto del Edén. Le di la espalda a la comunión con mi Dios santo, corrompí a propósito el carácter de santidad piadosa que Dios le impartió a su creación, intencionalmente empecé a difundir la corrupción a través de la creación que Dios quería que yo gobernase.

No estuve ahí, no, pero mi representante si, y él actuó como tal en mi lugar y fue expulsado del huerto y excluido del árbol de la vida (J. Oliver Boswell). A systematic Theology of the Christian Religion Pág. 255.

8. LOS TIPOS DE PECADOS
¿Son peores algunos pecados que otros?
Aun que es cierto que la Escritura enseña de manera general que ser culpable de un pecado es ser culpable de todos (Stg. 2:10), también indica que hay pecados de mayor grado y pecados de menor grado.

Notamos las siguientes palabras de Jesús:
“Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Más el que sin conocerla hizo cosas dignas de azote, será azotado poco; por que todo aquel a quien se le haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lc. 12:47,48).

Consideremos algunos de los diversos tipos de pecado indicados en la Palabra de Dios.

A. Pecados de ignorancia
Jesús decía: “Padre, perdónalos, por que no saben lo que hacen…” (Lc. 23:34).

“Respondió Jesús (a Pilato): … el que a ti me ha entregado (el Judío malvado), mayor pecado tiene” (Jn. 19:11).

“Por que todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados. (Ro. 2:12).

“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús Señor nuestro, por que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fue recibido a misericordia por que lo hice por ignorancia, en incredulidad” (1 Tim. 1:12,13).

B. Pecado de debilidad.
“¿Quién podrá entender sus propios errores?, líbrame de los que me son ocultos” (Sal. 19:12).

“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Por que el conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Sal. 103:10, 14).

“y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. (Ro. 8:26).

“Todo lo que no proviene de fe, es pecado”. (14:23).

“Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles” (Ro. 15:1).

“Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad esta dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).

C. Pecados por descuidos
“yo dije: atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua” (Sal. 39:1).

“guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe”. (Det. 11:16).

“pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (1 Co. 8:9).

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co. 10:12).

“Por tanto, es necesario que con más diligencia entendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” “He. 2:1).

D. Pecados de soberbia.
”Preserva también a tu siervo de la soberbia” (Sal. 19:13). “y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumases, no temen decir mal de las potestades superiores”. (2 P. 2:10).

“Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, si no que también se complacen con los que las practican”. (Ro. 1:32).

E. El pecado imperdonable.
“Por tanto os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonada; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mt. 12:31,32).

Se ha derramado mucha tinta por estas palabras. ¿Cuál es este pecado imperdonable? ¿Quién lo puede cometer? ¿Puede cometerse hoy? Se ha ofrecido dos interpretaciones principales para explicar este pecado.

1. Que el pecado puede ser cometido por cualquier incrédulo hoy y ocurre cuando un pecador rechaza la voz de convicción del Espíritu Santo una vez más de lo prudente.

A partir de este momento, el Espíritu Santo dejó de tratar con el pecador para siempre y está condenado, sin esperanza, sin oportunidad de salvación, no importa cuanto la quiera más adelante.

A veces se ofrece Génesis 6:3, como apoyo para esta teoría. Sin embargo, un examen del pasaje muestra que este significado esta completamente fuera del contexto en realidad no hay base escritural para la primera teoría.

2. Que el pecado fue dispensacional en naturaleza, que fue el pecado de atribuir a Satanás los milagros terrenales hechos por nuestro salvador, y por lo tanto no puede ser cometido hoy. Esta es la teoría generalmente aceptada por la mayoría de estudiosos de las Escritores, y el contexto del pasaje parecería apoyar su validez. (Mt. 12:23,24).


F. El pecado de muerte.
“por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen (1 Co. 11:30).

“hay pecado de muerte…..” (1 Jn. 5:16).

Al igual que en el caso del pecado imperdonable, el pecado de muerte ha sido objeto de cierta controversia.

La interpretación comúnmente aceptada es que el pecado sólo puede ser cometido por un hijo de Dios, y ocurre cuando el creyente vive una vida tan despreciable que el Padre finalmente lo lleva al cielo antes de lo que lo habría hecho normalmente. En otras palabras, así como hay parto prematuro, hay muerte prematura. Algunos piensan que hay evidencia de ésta teoría en Hechos 5:1-11; 1 Corintios 5:1-5 (en este caso, sin embargo, el creyente corintio, aparentemente se arrepintió (véase 2 Co. 2:6-11). Algunos de los que mantienen esta teoría la usan como base teológica para la interpretación de pasajes difíciles como Hebreos 6:4-10; 10:26-30.

9. LA METAFORAS DEL PECADO
a. El pecador es venenoso como una víbora (Sal. 140:3; Mt. 23:33).
b. El pecado es terco como una mula (Job 11:12).
c. El pecado es cruel como un oso (Dn. 7:5).
d. El pecado es destructivo como una oruga (Jl. 2:25).
e. El pecado es impuro como un perro salvaje (Pr. 26:11).
f. El pecado es astuto como un zorro (Lc. 13:32).
g. El pecado es feroz como un lobo (Jn. 10:12).
h. El pecado devora como un león (Sal. 22:13; Dn. 7:4).
i. El pecado es sucio como un puerco (2 P. 2:22).

10. EL PECADO DEL CRISTIANO
Una de las más grandes e impactantes bendiciones de la salvación es el trato que Dios le da al tema de nuestro pecado. El pecador arrepentido recibe la salvación inmediata y eterna de la pena del pecado (en el pasado), la victoria sobre el poder del pecado (en el presente) y la garantía del alejamiento final de la presencia del pecado (en el futuro) ¿Pero que pasa cuado el cristiano no usa el poder disponible y cae en pecado?¿Como ve Dios el pecado en la vida de su hijo?¿Es realmente posible (como algunos han dicho) permanecer sin pecado desde la cruz hasta la corona?
A. El hecho del pecado
Charles Ryrie escribe: “el ser cristiano no le exime a uno de pecar. Desde luego hay quienes enseñan que se erradica la naturaleza de pecado en esta vida, pero los gráficos y las doctrinas del Nuevo Testamento parecen enseñar otra casa. La verdad es que Juan menciona tres falsas alegaciones que hacia la gente en su día a este respecto, según vemos en su primera carta (1:8-10).

El versículo 8 habla de negar la presencia del principio del pecado; el versículo 9, la negación de pecados particulares, y el versículo 10 la negación del pecador personalmente”.

B. El efecto del pecado.
El hijo de Dios inmediatamente pierde las seis cosas siguientes cuando peca, también se puede perder una séptima cosa:

1. La perdida de luz (1 Jn. 1:6).
2. La perdida de Gozo (Sal. 51:12; Jn. 15:11; Ga. 5:22; 1 Jn. 1:43)
3. La perdida de Paz (1 Jn. 3:4-10)
4. La perdida de amor (1 Jn. 2:5; 15-17; 4:12).
5. La perdida de comunión (1 Jn. 1:3, 6,7).
6. La perdida de confianza (1 Jn. 3:19-22).
7. La posible pérdida de la salud y hasta de la vida física (1 Co. 5:17; 11:30).

C. Medidas preventivas en contra del pecado.

1. La palabra de Dios (Sal. 119:11; Jn. 5:7; 17:17; 2 Tim. 3:16, 17). Con frecuencia se ha observado que la Escritura hace que se deje el pecado, o que el pecado hace que se deje la Escritura.

2. La intersección del Hijo de Dios (Lc. 22:32; Jn. 17:15; Ro.8:34; He. 7:23-25).

3. El ministerio del Espíritu de Dios (Zac. 4:6; Jn. 7:37-39).

D. El remedio para el pecado
El doctor L. S.chafer escribe: “la responsabilidad que reposa sobre los que no son regenerados, de la cual depende el perdón de todos los pecados y la salvación, se

expresa en una palabra que lo incluye todo: creer; mientras que la responsabilidad que reposa sobre el hombre regenerado, de la cual depende el perdón y la restauración de las relaciones normales con Dios, se expresa también en una sola palabra: confesar; cada uno de estos verbos se adapta específicamente a la situación, las circunstancias y relaciones a que corresponden. Cuando se les dice a los que no son regenerados que deben confesar sus pecados como condición previa para el perdón y la salvación, se presenta una indecible confusión, la cual se producirá también si les decimos a los regenerados que tienen que creer, como condición previa para lograr la renovación de sus relaciones normales con Dios.

Muchos errores de esta clase se encuentran en nuestros himnos. En algunos himnos se ponen en los labios de los inconversos ciertas palabras que los animan a pensar que ellos son hijos de desobedientes que desean volver a Dios. De hecho el hombre no regenerado nunca entes ha estado en relaciones favorables con Dios.

Cuando recibe el perdón, como parte de su salvación, de ahí en adelante experimenta una unión con Dios que permanece para siempre; pero cuando al cristino se le perdona el pecado, es para restaurarlo en la comunión con Dios, la cual puede quebrantarse de nuevo en cualquier momento.

Los santos de todas las edades han vuelto a disfrutar de las bendiciones de su relación de pacto con Dios mediante la confesión de su pecado. Este retorno, sin embargo, es completamente diferente al momento inicial cuando entraron a disfrutar esa relación de pacto con Dios.

La pérdida de la bendición que se incluye en el pacto es en realidad diferente de la pérdida del pacto en si. En el caso del creyente cristiano, que está relacionado con Dios mediante el Nuevo Pacto, hecho con la sangre de Cristo. La restauración a la comunión se logra siempre mediante la confesión del pecado a Dios.

Leamos en 1 Juan 1:9, “Si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Similarmente en 1 Co. 11:31,32, se declara: “si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”. Puesto que la confesión y la autodisciplina se refieren a la misma acción por parte del cristiano, estos pasajes hacen hincapié en la misma importante verdad.

La confesión y la auto disciplina son la manifestación externa del arrepentimiento que hay en el corazón; y el arrepentimiento que es un cambio de pensamiento y de propósitos, es el que hace que el cristiano vuelva a estar de acuerdo con Dios.

“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amos 3:3).

El cristiano no puede a la vez tener comunión con Dios, que es luz, y andar en tinieblas (1 Jn. 1:6). Andar en la luz no significa llegar a ser luz, lo cual significaría lograr la santidad infinita. Solo Dios es luz. Andar en la luz no significa tampoco que uno nunca hace nada malo. Significa que cuando la luz escudriñadora, que es Dios, penetra en el corazón y en la vida, y descubre aquello que es contrario a la voluntad divina, la persona confiesa de todo corazón e inmediatamente el pecado que hay en su vida a Dios, y El considera que ese pecado queda definidamente juzgado ante sus ojos.

Al creyente cristiano se le da la garantía de que cuando se ajusta de esa manera a la luz (lo cual es andar en la luz), se le perdona el pecado, y la sangre de Cristo lo limpia de su contaminación. Tanto el versículo 8 como el versículo 10 del primer capitulo de la primera epístola de Juan tienen la naturaleza de un paréntesis. Las palabras de seguridad que se nos presentan en el versículo 7 continúan en el versículo 9, donde leemos “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. En la confesión esta el ajuste con Dios, que es luz.

Debe observarse que la confesión de pecados se hace en primer lugar y siempre a Dios, y se hace extensiva a otros en la medida en que ellos hayan sido perjudicados por el pecado cometido.

Es claro también que este perdón y esta limpieza divina no se nos presentan como actos de misericordia y de la bondad divinas; mas bien se nos indica que se realizan mediante la justicia que se hizo posible por medio del hecho de que el castigo que merece el pecado cayó sobre el sustituto, que es el cordero que Dios proveyó.

Puesto que el sustituto soportó el castigo, Dios aparece como justo, y no como misericordioso, cuando perdona al cristiano que peca, por el solo hecho de confesar su pecado (1 Jn. 1:9). Al perdonar al cristiano que confiesa sus pecados, Dios es fiel a su carácter eterno y a su designio; y también es justo, por el hecho de que Cristo llevó sobre si el castigo por el pecado. La base de esta provisión por medio de la cual el cristiano puede recibir el perdón y la limpieza es la fidelidad y la justicia de Dios, y su declaración es la culminación de este pasaje “y Él es la propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 2:2).

Puesto que esta porción tiene que ver solamente con los pecados de los cristianos, el gran aspecto de la propiciación a favor del mundo perdido solo se menciona de paso. Nunca será demasiado el hincapié que se haga en el hecho de que Cristo es la propiciación por nuestros pecados.

Mediante su muerte; el hizo que Dios sea propicio y se sienta libre de perdonar y limpiar al cristiano que confiesa su pecado.

Es evidente que el perdón divino para el cristiano es de carácter familiar. No es la clase de perdón que se recibe una sola vez como parte de la salvación (Col. 2:13), si no el perdón que le concede al que ya es miembro permanente de la familia de Dios.

La unión vital con Dios la cual se logra por medio de Cristo, nunca se ha quebrantado, ni puede quebrantarse en la vida del cristiano (Ro. 8:1).

Esta renovación es para que el cristiano vuelva a su comunión normal con Dios. No hay ninguna parte de la doctrina cristiana en la cual pueda verse más claramente este carácter único y especifico de la presente relación de gracia del creyente cristiano con Dios, que en este perdón familiar”.

11. LOS MOTIVOS DEL PECADO
Ya hemos observado las enseñanzas Escritúrales de que Dios nunca es mostrado como el autor del pecado. Pero, ¿Por qué lo permitió?¿no lo pudo haber evitado? La respuesta es que por supuesto lo podría haber evitado, pero eligió no hacerlo ¿Por qué? Se ha hecho varias sugerencias al respecto:

A. Dios creó tanto los ángeles como a los hombres como seres inteligentes con naturalezas morales y con capacidad para escoger entre el bien y el mal. Si Dios hubiera detenido a lucifer y a Adán un segundo antes de su pecado, en efecto habría violado su naturaleza moral y los habría reducido al papel de robots andantes.

B. Dios permitió que el hombre pecara para poder demostrar su gracia. Antes de Adán, Dios ya exhibía su omnipresencia (al estar en todas partes al mismo tiempo), su omnipotencia al poner a las galaxias en movimiento) y su omnicencia (al crear los ángeles), pero había un atributo, una característica tal vez más cercana a su corazón que cualquier otra, y esa era su gracia: si no hay pecado, no hay necesidad de gracia. Más adelante Pablo diría: “.., mas cuando el pecado abundó, sobreabundo la gracia (Ro. 5:20).

¿Por qué entonces permitió Dios que Adán pecara?

Ningún hombre lo sabe. Pero parece razonable creer que parte de la respuesta se encuentra en la sugerencia recién mencionada: que fue para que Dios mostrara su maravillosa gracia. Nuevamente, en las palabras de Pablo. “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)… para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef. 2:5,7).

12. LA VICTORIA FINAL Y DEFINITIVA
La victoria final y definitiva sobre el pecado en cuatro pasajes clave.

“Por que preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies, y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Por que todas las cosas las sujetó debajo de sus pies; y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a el todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le están sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Co. 15:25-28; He. 12:22-24; 2 P. 3:7-13; Ap. 20:11; 15).

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