martes, enero 20

POBREZA

La miseria preocupa tanto a Dios (Sal. 146:7-9), como al hombre sensible (Job. 24:12; Ecl. 4:1-3), y al Mesías (Is. 11:4). La pobreza no es ni el propósito divino (Gn. 1 y 2), ni el destino del hombre (Ap. 21 y 22), nuestro creador es un Dios Rico (Sa. 24:1; 50:10,11), capaz de suplir las necesidades de sus hijos (Mt.6:33; Fil.4:19) y esta determinado a lograr justicia para los pobres (1 S.2:5-8; Lc.1:51-53).

Originalmente, la pobreza resultó de la caída (Gn. 3:17,19). El pecado y el consecuente juicio divino en sus múltiples formas siguen causando la pobreza según la teología del pacto (Lv. 26:14-45; Dt. 28:15-68). Sobre muchos de los factores mencionados en la Escritura como productores de la pobreza, el individuo tiene poco o ningún control. Se mencionan por ejemplo: la explosión demográfica (Ex. 1:7); la opresión de las minorías (Ex. 1:8-14); la opresión económica por naciones extranjeras (Jue.6:1-5); la explotación por los ricos (Is.1:15-23; 3:13-26; 5:8-10; Am.2:6,7; 5:10-13; Mt.2:1-11; las guerras y el hambre, la violencia (2 Re. 6:24; 7:20), la sequía (1 Re. 17:1-16)), la peste, la enfermedad (Mr. 5:25,26), el mal “gobierno” (1 Sa. 8:10-18; Ez. 22:23, 31, 34; Mi. 3:1-4, 9-12; la burocracia (Ec. 5:8; la muerte prematura (2 R. 4:1-7; la emigración (Rut 1:1-6).

Sin embargo a veces el hombre en particular es culpable de la pobreza. Por ejemplo oprime y extorsiona a los pobres (Is. 58: 1-12); se olvida del diezmo, las ofrendas, primicias y el cuidado del templo establecido por Dios como garantía del bienestar (Hag. 1:1-11; 2:6-9, 18,19; Mal. 3:6-12); profana el día del Señor 8Is. 58:13, 14) y es perezoso (Pr. 6:6-11; 10:4); además la situación se agrava por la ignorancia (Pr. 13:18; 21:5); los vicios, tradiciones, las vanidades, los hábitos y las extravagancias (Pr. 21:17; 23:19-21).

Dios es veraz y justo, se compromete en las promesas de su pacto a restaurar al hombre redimido a volverlo a la prosperidad (Gn. 12:2; 13:2; 15:2, 14; 26:12-14; Lv. 26:3-13; Dt. 8:1-18; 2 Co. 9:8-11; Ap. 3:21). Por eso, aun en medio de la pobreza, Dios es digno de adoración, alabanza, confianza y esperanza (Sal. 103:6; 112; 146; 2 Co. 9.9; Jn. 12:1-8).

Para la resolución del problema de la pobreza. La Escritura enseña:

1. La identificación del cristiano con los pobres en actos (Lc. 2:7; 9:58; 8:9; Fi. 2:5-9), como actitud con “obras” (Mt. 5:3; 1 Ti. 6:17; Stg 1:9-11; Ap. 3:17).
2. La evangelización sin distinciones (Is. 61:1, 2; Lc. 4:18; Stg. 2:1-7; Ex. 6:6-9).

3. Cambios sociales, políticos, religiosos 8Gn. 47:20-26; Ex. 22:25-27; 23:6-13; Lv.14:21; 19:9, 10,13-18; 23:22-25; Dt. 14:22-29; 15:1-18; 24:6, 10-15, 19,22; 26:12-15; is. 58:6; Am. 5:15; Lc. 4:18.

4. La practica de la caridad individual (Mt. 6:24; 25:31-45; Lc. 6:30; 14:12-14; 18:22; 19:8).

5. En esta labor la riqueza es uno de los dones del Espíritu Santo (Ro. 12:8; 1 tes. 17:19; pero conlleva el peligro del engreimiento (Dt. 32:9-18, Lc. 18:24; 1 Ti. 6:9,10).

6. La responsabilidad cristiana empieza con la familia (Mt. 7:9-13; 1 Ti. 5:8) y con los hermanos en la fe (Ro. 15:26; 2 Co. 8:9; Ga. 2:10; 6:10; Stg. 2:14-17).

7. La ayuda se administra a través de la iglesia local (Hch. 2:44-47; 4:32; 5:11; 6:1-6; 1 Ti. 5:3-16).

8. La oración (Ex. 2:23-25; 3:7-10; Lc. 11:3).

9. La alfabetización e instrucción escritural universal (Dt. 6:4-9; 20-25; Pr. 3:13-18; 8.1-4, 18; Mi. 4:14).

10. La avaricia, la mezquindad, la codicia, la envidia (Mr. 10:21-23).

J51882934
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BENEFICIOS DE LA REGENERACIÓN

He aquí cuando una persona nace de nuevo, comprende que es un pecador perdido y que merece pasar la eternidad en el infierno ardiendo en azufre y fuego.
Solo el Espíritu Santo puede hacer comprender esto. Luego se arrepiente y se convierte y le son borrados sus pecados, es decir: reconoce ante Dios que es un pecador y necesita un salvador.
Acepta a Jesucristo como su Señor y Salvador y en ese instante nace de nuevo y es lavado por la sangre del Cordero, y sus pecados le son perdonados y recibe vida eterna de Dios.
Aprendemos en las escrituras que cuando Dios salva a una persona, ocurren muchas otras cosas maravillosas:
El creyente es acepto en el amado (Efesios 1:6; 2:6,7)
Es hecho hijo de Dios (Juan 1:11,12; Gálatas 3:27)
Es justificado por Dios (Romanos 5:1; 8:30 – 33)
Se convierte en templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19,20)
Se convierte en miembro de la verdadera iglesia (1 Corintios 12:13, Col 1:4)
Se convierte en heredero de Dios (Romanos 8:17)
Se convierte en santo (Romanos 16:7)
Esta cumplido en Cristo (colosenses 2:10)
Recibe la naturaleza divina (2 Pedro 2:4)
Inmediatamente comienza a disfrutar de la constante protección de Dios (Romanos 8:28-31)

El verdadero cristiano recibe todavía muchas mas cosas del Padre eterno.
Estas apenas son unas cuantas, de las tantas a que tiene derecho, en Cristo Jesús.
De esta manera un cristiano verdaderamente vive una vida completamente maravillosa.
En vista de todas estas provisiones hechas por Dios; todo buen cristiano, tiene

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