jueves, diciembre 25

EVANGELIO

Transcripcion del sustantivo griego, evangelión = “buenas nuevas”, gozosa proclamación de la actividad redentora de Dios en Cristo Jesús, para salvar al hombre de la esclavitud del pecado.

En el Nuevo Testamento griego se expresa no solo en forma de sustantivo, sino también en forma verbal evanggelizo = “proclamar”, o “anunciar el evangelio”. En la LXX, solo aparece el verbo y su sentido es secular: “traer buenas noticias” (2 Samuel 4:10; 1 Reyes 1:42; Jeremías 20:13). Más tarde el significado incluyó el sentido religioso de proclamar la victoria de Dios sobres sus enemigos (Salmos 46:10; 68:11), y el Reino Eterno de Dios (Isaías 40:5; 41:27; 51:16; 52:7). Las buenas nuevas anuncian al pueblo la presencia de Dios (compárese Isaías 40:9), para juicio y restauración.

Son tanto para judíos como para gentiles (Isaías 40:5; 45:23-25; 49:6; 51:4). Los mensajeros del evangelio son hombres (Isaías 53:7; 61:1), pero Dios actúa en la proclamación (Isaías 55:11).

En su aparecimiento, Juan el Bautista proclama las buenas nuevas (Lucas 3:18; verbo), y más tarde, Jesús predica el evangelio (Marcos 1:14; sustantivo). En ambos el evangelio es señal por excelencia de la llegada del Mesías (Mateo 11:5; Lucas 4:18, que citan a Isaías 61:1). El Reino de Dios se hace presente en la Tierra y Cristo predica y anuncia el evangelio (Lucas 8:1).

La iglesia primitiva hizo de la predicación del evangelio a toda persona su deber principal (Hechos 5:42; 8:12; 11:20; 14:7; 1 Corintios 1:17; Gálatas 1:16).

En el Antiguo Testamento juntamente con la proclamación del evangelio deben darse la justicia, o justificación (Salmo 40:9), la salvación y la paz (Isaías 52:7); en el Nuevo Testamento Cristo Jesús es el evangelio mismo, y su obra hace real la salvación, la justificación y la paz para el mundo (Hechos 10:36; Romanos 1:16; Efesios 2:17; 1 Pedro 2:23). El contenido del evangelio permanece inalterable y absoluto, pero se sella con la muerte propiciatoria de Cristo (1 Corintios 15:14). Es el mensaje de reconciliación con Dios y nosotros somos colaboradores en su proclamación (2 Corintios 5:20), En el juicio final, los hombres serán juzgados según su respuesta al evangelio (2 Tesalonicenses 1:8; 1 Pedro 4:17). En la tradición posterior de la iglesia, la Palabra escrita acerca de Jesucristo también llegó a constituir el evangelio – EVANGELIOS – Evangelios: primeros libros del Nuevo Testamento, en su orden canónico, que llevan los nombres de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, contienen las “buenas nuevas de Jesucristo” – Evangelio.

Hablar de los cuatro evangelios, no ha sido siempre común como lo es hoy. Antes del siglo IV se denominaban en conjunto “el evangelio” (el único e inimitable evangelio de Cristo) y las partes se distinguían por adición de las palabras “según Mateo”, etc.

Sin embargo, Ireneo al escribir C.a. 180 d.C. j – insistió en la cuatro y la considero una xioma universal, no puede haber más evangelio, ni menos. Este dogmatismo, respaldado por dos documentos contemporáneos, el canon de Muratori y el Diatessaron, Canon del Nuevo Testamento, revela un acuerdo general entre las iglesias de la época, forjado durante varias décadas. Es probable que la colección tetramorfa remonte hasta poco después del 150 de Cristo.


I. EVANGELIO ORAL

P
ara reconstruir la historia en el primer siglo de estos cuatro escritos hay que volver a los sucesos clave del año 30: la pasión, resurrección y ascensión de Jesucristo, y el día del Pentecostés.

De hecho, Jesucristo y sus seguidores ya habían pregonado las Buenas Nuevas del Reino de Dios, pero el impacto pleno de tales nuevas no se hizo sentir sino después de los mencionados acontecimientos, actos de Dios aun más insignes que el Éxodo de Egipto, y la conquista de Canaán.

Los testigos de lo que Dios había hecho por medio de Jesucristo, se impusieron la tarea de proclamar esta buena nueva, de la Magna Redención.

En dos partes del Nuevo Testamento, podemos captar la esencia de esa proclamación. Gr. Kerygma, en las cartas paulinas y otras, en las predicas primitivas narradas en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

a. Las cartas paulinas dirigidas a personas conocidas del Kerygma. Las cartas, o epístolas no tienen el propósito de referirse ampliamente al mismo. Casi sin querer Pablo, alude a las ® tradiciones que recibió al convertirse a Cristo: el Kerygma básico (1 Corintios 13:3. ss). carta fechada C.a 54 y a la institución de la Cena del Señor (1 Corintios 11:23. ss). Es evidente que la proclamación no solo incluye la narración de Hechos, gr. Cristo murió, sino también interpretación teológica, vg. “murió por nosotros”. Enseñanza de Jesús, (vg. 1 Corintios 7:10) y datos de su vida humana (vg. Gálatas 4:4, 1 Timoteo 6:13) aparecen junto con aspectos futuros de la esperanza cristiana (vg. 1 Corintios 15:52 s, 2 Corintios 5:10, 1 Corintios 5:10; 1 Tesalonicenses 1:9 s; 4:16).

Pablo afirma (1 Corintios 15:1-11) que su evangelio, es el mismo que predicaron los otros apóstoles, consecuentemente, hallamos en 1 Pedro y Hebreos, para mencionar solamente dos autores, más alusiones similares, y la misma presuposición de que los datos básicos eran conocidos entre todos los cristianos.

b. La predicación primitiva en Hechos:
Un mismo mensaje es el que encontramos en las cartas paulinas, en los discursos que en Hechos se atribuyen a Pedro, Pablo y otros especialmente, Hechos 2:14-36, 10:34-43, 13:16-41, y en pasajes como Hechos 3:13-26, 4:10-12, 5:30-32, 8:32-35, nótese además un dicho de Jesús en Hechos 20:35, no referido en los evangelios. Según esta predica, la Buena Nueva es el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento y tiene que ver con Jesús de Nazaret.

Este Jesús, nacido de la línea de David, precedido por ® Juan el Bautista llevó a cabo una misión de misericordia que Dios aprobó con señales y prodigios, misión de la que fueron testigos oculares los predicadores apostólicos. Fue traicionado por sus enemigos y entregado por los dirigentes judíos, en manos de los romanos. Aunque ® Pilato quería liberarlo, el ® sanedrín se empeñó en que se le ejecutara, y prefirió que se libertase a un asesino. Así pues, crucificaron a Jesús; luego lo bajaron de la cruz y lo sepultaron. Pero al tercer día Dios lo resucitó de entre los muertos, hechos también atestiguados por los apóstoles. En esta forma, afirmaron ellos, Dios lo declaró Señor y Mesías. Después Jesús ascendió al cielo y se sentó a la diestra de Dios, de donde derramó sobre sus seguidores su Espíritu y de allí retornará como juez de los vivos y los muertos.

Entre tanto a quienes oyen el evangelio se les llama a creer, arrepentirse y convertirse; actos cuyos signos son el don del Espíritu Santo y el bautismo. Tal es el Kerygma primitivo.

c. La transmisión de los datos: En el evangelio según San Marcos se observa un bosquejo similar al del Kerygma arriba esbozado. Los contornos son semejantes, en ambos se dedica un espacio desproporcionadamente grande (desde el ángulo biográfico), a la semana final de Jesús; en ambos se muestra más interés en lo que Jesús hizo que en sus dichos. En la predicación misma quizás el bosquejo necesitó ser expandido por medio de materia ilustrativa. Sobre todo cuando se proclamaba el evangelio (vg. Fuera de Palestina), a quienes no sabían nada de Jesús.

Meros resúmenes como Hechos 2:22, 10:38, cobrarían vida en la práctica al ampliarlos con relatos de prodigios y sanidades.

Las secciones autosuficientes, llamadas perícopas, que componen el grueso de Marcos, arrojan luz sobre el tipo de ilustración que los predicadores apostólicos usaban.

Estas pequeñas unidades, o párrafos son las respuestas dadas a las exigencias prácticas de las iglesias en su triple tarea: la evangelización, el culto y la catequesis. Por ejemplo, a la pregunta ¿cual fue la actitud de Jesús frente a la Ley?, (cuestión candente en los años de evangelización entre los gentiles), un testigo ocular mencionaría una narración como Marcos 10:1-12 sobre el divorcio o Marcos 11:15-19 (sobre la purificación del templo).

En décadas recientes, la critica de las formas ® (critica bíblica) ha intentado reconstruir el ambiente vital en que cada perícopa mantuvo su existencia oral más o menos independiente sin aceptar las conclusiones escépticas de algunos formistas como Debelius y Bultmann, podemos admitir la utilidad del método en la alilucidación de la etapa pre-literaria de la tradición.

Dentro de las dos categorías generales, enseñanzas de Jesús y narración histórica, podemos distinguir:

Dichos proféticos (verbigracia, Mateo 8:11), dichos sapienciales (Marcos 6:4), dichos legislativos (Marcos 10:10), comparaciones (Lucas 10:30 al 37), paradigmas (Marcos 2:23-28), diálogos ® disputa (Marcos 11:27-33), historia de milagros (Marcos 10:46) y narraciones históricas de alguna fuente no cristina (Marcos 6:17-29), para facilitar la narración es evidente que los predicadores apostólicos agruparon ciertas perícopas, (verbigracia) la historia de la pasión, historia de milagros como Mateo 8:1-17, o de controversias como Marcos 2:1-3 y 6, durante las primeras etapas orales de la transmisión.

El afán de la iglesia era presentar al Cristo viviente que los miembros conocían, por tanto, sus narraciones actualizaban los hechos ocurridos en el ministerio de Jesús, sin tergiversar lo histórico o perder de vista la identidad entre Jesús de Nazaret y el Señor exaltado.

Esta actualización llevada a cabo en la predicación conserva la intención del Señor Jesucristo (compárese Juan 14:26). A la vez los testigos oculares que aun vivían (1 Corintios 15:6), velaban por la veracidad del mensaje, y hermanos bilingües presentes en Jerusalén desde la época primitiva (Hechos 6:1 ® Helenistas), garantizaban la fidelidad de la traducción al griego.


II. EVANGELIOS ESCRITOS

a. Los sinópticos. En los años 60, 70 d. C. una serie de crisis, especialmente el martirio de varios apóstoles, alertó a la iglesia – con la desaparición de muchos testigos, se hizo necesario escribir las tradiciones a pesar de que los judíos preferían la transmisión oral. Evidentemente con la autorización de la iglesia en Jerusalén, Juan Marcos escribió en Roma las Tradiciones Sagradas, y así nació un nuevo género literaio: el Evangelio.

No es posible considerarlo como biografía pura, ni como tratado ético (aunque incluye a ambos elementos), pero su propósito es convencer al lector de que Jesús es el Mesías o Hijo de Dios, digno de nuestra fe.

Al divulgarse el primer evangelio, aproximadamente en el año 69 (® Marcos, evangelio de) otras comunidades, poseedores de tradiciones complementarias, quisieron escribir sus propios evangelios.

En los años siguiente, C. a. 71 - 75, surgieron los evangelios de ® Mateo y de Lucas, los cuales incorporaron tanto el bosquejo como mucho material tomado de Marcos.

Además estos complementaron junto (con muchos) múltiples ejemplos de la enseñanza de Jesús, la intensa actividad escasamente descrita en Marcos. Hay más de 200 vv., Comunes a mateo y Lucas que faltan en Marcos. Este fenómeno ha dado origen a la hipótesis de que estos dos evangelistas tuvieron a su disposición un documento “Q” inicial (del vocablo alemán Quelle – fuente), los primeros tres evangelistas pronto recibieron epíteto de “sinópticos”, por que su semejanza facilita colocarlos en tres columnas paralelas (sinopsis), para estudiarlos comparativamente.

Si bien el kerygma contenido en Marcos y la enseñanza representada en el supuesto “Q” son las fuentes principales de la tradición sinóptica, ciertamente hay otras: La fuente peculiar de Mateo, de corte judío, se ha denominado “M”, y varios bloques narrativos (vg. La natividad) que Mateo ha consagrado y que son desconocidos en otros evangelios, posiblemente proceden de ella. Lucas también se valió de fuentes de gran valor a éstas en conjunto se les ha llamado “L”, de manera que según muchos estudiosos, es posible reconstruir las relaciones entre los evangelios sinópticos de la manera siguiente:

Pero este esquema no expresa toda complejidad del proceso, que ha preocupado a muchos eruditos por más de un siglo. Por ejemplo, no toma en cuenta la tradición oral, que influyó en la composición de todos los evangelios.

En esta línea, algunos estudiosos llegan al extremo de negar toda la dependencia literaria, y atribuyen cualquier semejanza entre un evangelista y otro, a la esplendida memoria de los predicadores testigos originales.

Otros eruditos insisten en la prioridad de Mateo, de un Mateo primitivo en arameo; muchos de ellos desaprueban el hipotético “Q”.

La debilidad más importante del esquema, sin embargo, es que da la impresión de una actividad literaria meramente mecánica y lo cierto es que cada evangelista es un teólogo y escritor con derechos propios; cada evangelista tiene su género particular, con énfasis cristológicos que aportan algo indispensable al cuadro total de Jesucristo.

Cabe corregir ciertos énfasis unilaterales de los formistas, que a veces parecían describir a evangelistas de tijera y goma, “que componían” – obras por plagio.

b. El Evangelio de Juan.

Hasta una lectura superficial del cuarto evangelio revela sus profundas diferencias en relación con los sinópticos.

Desde el prólogo (Juan 1:1-18), es evidente que los moldes conceptuales de ® Juan, que fue escrito entre 90 y 100 d.C. No son los de sus predecesores, como tampoco lo son su estilo, su esquema geográfico, ni el grueso de su materia prima.

Posiblemente el cuarto evangelista, sin haberse valido de ninguno de lo sinópticos haya conocido el tipo de tradición kerygmatica que se esconde detrás de ellos (“C.p. el estilo Juanino” de Mateo 11:27), además de otros patrones de tradición, como sería de esperar de un testigo ocular.

Entonces tras 60 años de predicación estas verdades y darles su estampa “Juanina”, los puso por escrito.

El propósito de este evangelio (Juan 20:30), es aplicable igualmente a los otros tres. Cabe subrayar la selección (v. 30) que realizó cada evangelista, la cual era parte esencial de la inspiración prometida a los discípulos (Juan 16:13).

Por tanto pese a que los evangelistas nos presentan solo en forma fragmentaria la biografía de de Jesús, recibimos la impresión de conocer íntimamente en ellos al Salvador. ¿Surgieron otros evangelios al lado de estos? Ya que Lucas 1:1 solo habla de esfuerzos preliminares, es posible que no.
Muy posteriormente se compusieron los ® evangelios apócrifos, pero no añaden nada de peso a nuestro conocimiento de Jesucristo: la iglesia apostólica nos legó solamente cuatro evangelios.

EVANGELISTA: El que pregona las buenas nuevas de salvación (® EVANGELIO), guía a los incrédulos al conocimiento del Señor, y establece nuevas congregaciones.

Todos los cristianos deben ser testigos de su fe (Hechos 8:4), pero Cristo otorga el don de Evangelista particularmente a algunos miembros de su cuerpo. Ser evangelista es un don claramente distinto de los dones de Apóstol, Profeta, Pastor y Maestro, que puede ejercerse ante una multitud o individualmente (Efesios 4:11). Pablo exhorta a Timoteo a hacer obra de evangelista (2 Timoteo 5:4). A ® Felipe se le llama el evangelista (Hechos 21:8); y se dan muestras de su trabajo en Hechos 8:5, 12:26-40.

Después del siglo I, el término evangelista se aplicaba a los cuatro autores de los cuatro ® evangelios.

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